La Revolución inconclusa

La Revolución

inconclusa…

Por Heriberto Álvarez Linarte/ VOLANTE

Para el general Lázaro Cárdenas, el desarrollo económico no se va a dar por medio del modelo comunista ni capitalista. Aunque la revolución lo que buscaba era una sociedad más equitativa, la economía y la vida social no se iban a regir por el comunismo ni por el capitalismo sino por una participación equilibrada del capital y la mano regidora del gobierno.

Cárdenas rechaza los intereses de los capitalistas o grupo de poder sobre los de la sociedad y juega un papel conciliador entre las clases sociales y la economía del país. La expresión de economía de economía mixta implica esa conjunción por la que la economía capitalista es regulada por el aparato del Estado.

Pero veamos, después de concluida la Revolución Mexicana, y con la ley agraria de 1917, la situación para los abanderados de la lucha armada no había cambiado para 1920. Porque había triunfado el conservadurismo carrancista.

“Para 1920 la reforma agraria aún estaba por hacerse. Obregón y Calles tampoco  representaban a una corriente de opinión favorable a la pronta destrucción del latifundio, aunque la presión política de los agraristas les obligó a dar una importancia relativamente mayor al reparto de la tierra.”[1]

Una vez consolidado el Partido Nacional Revolucionario (PNR) en 1929 como árbitro de las contiendas de los partidos revolucionarios que se disputaban los cotos de poder en la cámara de diputados, alcaldías y administraciones públicas, y teniendo como fondo los coros del Jefe Máximo y una negociación de la deuda con Estados Unidos que no acababa de cuajar, las reformas agrarias y sociales realizadas por Calles se efectuaron en periodos y los extranjeros en el país seguían detentando la principal riqueza nacional: El petróleo.

Durante el gobierno del grupo de Sonora, Venustiano Carranza, Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles, se beneficia a la clase poderosa y se postergan las reformas agrarias y sociales que motivaron la sublevación de los pueblos.

Con el PNR se inicia un periodo de de organización que irá otorgando poder a la clase política. El pragmatismo político dota de tierra a los campesinos en la medida que la participación de éstos haya sido importante.

Así se explica que durante la cruzada cristera los agraristas hayan combatido de lado de Calles y no de los propios campesinos que defendían su religión y una forma orgánica de vivir; pero en el fondo era el poder del clero que ya minado se oponía al laicismo del norte.

1929 marca una año importante porque es en el que se da el último levantamiento armado por parte de los generales de la revolución con batallones alistados y porque esa batalla significó la alineación del ejército con el gobierno. Asimismo terminan los golpes militares para ocupar la presidencia, y en teoría se institucionaliza la participación política.

La crisis de 1929, conocida como el Crack estadounidense, no afectó de manera importante a la economía mexicana pues esta seguía las formas de producción atrasada y el ritmo propio de producción interna. Sin embargo, la experiencia había alertado al gobierno callista. Para el siguiente sexenio se elaboró un plan de gobierno en el que se establecen los lineamientos a seguir en materia económica en la se percibe una clara intervención del Estado. El programa de gobierno era populista y nacionalista.

Así, Cárdenas inicia su campaña con un plan de gobierno realizado por Calles en el cual se enfatiza la cuestión laboral, agraria y nacionalista. Pero pocos creen que el plan de gobierno radical de Cárdenas podría efectuarse teniendo a Calles como el jefe supremo del PNR.

“La crisis del capitalismo mundial —decía el plan—, aún no se superaba y podía agudizarse o volverse a repetir. En previsión de esto y para defender el interés nacional mexicano, el estado debía tener una mayor injerencia en la economía, no dejarla a la liberación de la oferta y la demanda y propiciar el control nacional de las grandes industrias de exportación”.[2]

Cuando Cárdenas llega al poder, el país vive estabilidad e incluso se habla de un florecimiento económico. De igual forma, la organización y reorganización de los campesinos y trabajadores ya estaba en marcha y era una hecho determinante que bien pudo dar continuidad Cárdenas.

Una vez que el general Lázaro Cárdenas llega a la presidencia, la organización base trabajadora, trabajadores del campo, la minería, el petróleo, ya contaban con representación sindical y habían probado su fuerza con el gobierno Calles. Esto es significativamente importante, pues en la fuerza del gobierno de Cárdenas subyace la clase trabajadora organizada que lo apoyó. Entonces Cárdenas debía cristalizar las demandas y sus decisiones respondían a esas necesidades del pueblo.

La idea del progreso material forma parte de la ideología de Cárdenas y de su política social. Para Cárdenas, el desarrollo económico no se va a dar por medio del modelo comunista ni capitalista. Aunque la revolución lo que buscaba era una sociedad más equitativa, la economía y la vida social no se iban a regir por el comunismo ni por el capitalismo sino por una participación equilibrada del capital y la mano regidora del gobierno.

—Y esta rígida y autoritaria dirección del Estado sobre los hombres y las riquezas del país era a lo que se opondrían los hombres de la revolución, pues de éstos había surgido la inmediata denuncia para usufructuar los recursos y ocupar puestos importantes en la naciente burocracia revolucionaria.

La división de clases fue aceptada por Cárdenas desde un inicio y el planteamiento igualitario surgía a partir de que los mexicanos empobrecidos serían beneficiados con tierras y otorgamiento de garantías laborales. Así, las negociaciones con la clase patronal iniciaban en un ámbito en que el discurso tendía a la formación de una clase obrera con capacidad de dirección y como brazo político de Cárdenas.

La división de clases permanecería intocable pero los explotadores deberían acatar leyes y políticas proteccionistas con que Cárdenas favorecía a los explotados. Por ello el gobierno se convierte en el mediador de la clase capitalista y de la clase trabajadora; pues era inconveniente que las diferencias se dirimieran por la destrucción de una de las partes. Para Cárdenas la clase capitalista simbolizaba el progreso material de México y consideraba que era posible implantar un régimen comunista, pero la eficiencia capitalista, bien controlada, podría ser más productiva.

Cárdenas rechaza los intereses de los capitalistas o grupo de poder sobre los de la sociedad y juega un papel conciliador entre las clases sociales y la economía del país. La expresión de economía de economía mixta implica esa conjunción por la que la economía capitalista es regulada por el aparato del Estado.

En el discurso, Cárdenas señala que el interés privado pasa a ser interés general y con esto la propiedad privada y los conflictos de la tenencia de la tierra se filtran. Es interesante leer la declaración de principios del gobierno cardenista en el sentido que sobrepone el interés en conjunto a las decisiones de la economía o intereses privados, otorgando toda clase de libertades y garantías.

Y así se centra la teoría cardenista en que las ambiciones capitalistas eran válidas en la medida que estas produjeran los bienes particulares pero sin perjudicar los de la sociedad. Es decir, que no se opusieran ni desatendieran los lineamientos del Estado.

Ya que este podría garantizar la paz social llevando a cabo algunas reformas sociales afectando momentáneamente los intereses particulares. En resumen, toda actividad económica que realizara la iniciativa privada estaba regida por el orden que el gobierno impusiera desde su premisa de reforma social revolucionaria.

Pues de la necesidad de repartir equitativamente la riqueza o de disminuir la pobreza surgía la noción de la lucha armada. En tanto que el capital y el trabajo estuvieran sustentado en una base de equidad y justicia.

Las reformas sociales dan legitimidad al gobierno cardenista, ya que son estas las que rescatan el sentido histórico de la revolución y concilian las clases sociales, logrando pacificar las contradicciones de que surgían las reacciones de inconformidad.

Así, la prosperidad económica que vivía el país no era obstruida por el movimiento huelguista. Los programas de empleo y la producción interna se convirtieron en fuentes extraordinarias de trabajo que pudieron contener la desbandada de mexicanos expulsados de Estados Unidos.

“Aunque no se reconociera, el Estado era ya al terminar el periodo cardenista un potente sistema económico puesto al servicio del desarrollo capitalista de México, con la empresa privada como la base de ese desarrollo y con el Estado desbrozándole el camino e interviniendo oportunamente para corregir sus desviaciones.”[3]

No obstante, y ante la resistencia de los empresarios, el apoyo a las movilizaciones fue el resorte de la política cardenista por las que se reivindicaba su política social. Esta resistencia se detiene una vez que llega “el periodo de normalización de las demandas del pueblo”. Y con esto se asentaba que las necesidades o demandas del pueblo estaban conformes y satisfechas. Asimismo la clase privilegiada parecía ser nuevamente la afortunada con este alto a las reformas sociales y por ende la triunfadora del proceso evolutivo revolucionario.

La nueva estrategia cardenista para controlar a la clase empresarial fue su organización y sometimiento a través de Cámaras de Comercio…, y una nueva ley que regulaba la actividad económica en estrecha colaboración con el Estado. A través de estas cámaras de comercio se establece la política económica cardenista que le permitirá controlar la entrada y salida de materias y productos de exportación.


[1] Camín Aguilar, Héctor y Lorenzo Meyer, A la sombra de la Revolución Mexicana, México, ed. Cal y Arena, 2001, p. 131.

[2] Ibid., p.125.

[3] Córdova, Arnaldo, La política de masas del cardenismo, México, ed. Era, 1973, p. 191.

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